domingo, marzo 01, 2015

La sustancia de los sueños: DMT


“Estamos hechos de la sustancia de los sueños y nuestra pequeña vida está rodeada por uno”.
William Shakespeare

¿Qué sustancia es de la que estamos hechos? ¿Cuál es la sustancia de los sueños?

La respuesta para esta incógnita puede ser, la dimetiltriptamina o el DMT, un compuesto que se encuentra de forma natural en el cuerpo. Este compuesto se relaciona con el tercer ojo ya que es segregado por la glándula pineal, responsable de lo que vemos al soñar y en experiencias cercanas a la muerte.

Comenzamos con la primera parte de la sustancia de los sueños: el DMT en la cultura popular, como lo es "Enter The Void", un filme francés del director argentino Gaspar Noé.


Enter The Void, retrata la vida de Oscar, un dealer de DMT sintético que vive con su hermana Linda en Tokio. El DMT, es extraído de elementos naturales (como el mito urbano de cazadores de glándulas pineales en las morgues) o modificados en laboratorios.

El DMT tiene el efecto de abrir la percepción de la mente y de permitir la posibilidad de contemplar otros fragmentos de la realidad. También induce a un efecto similar al de la muerte, en donde se entra al vacío y luego se puede regresar como un hombre renacido.

En el filme, Oscar fuma DMT, llevando al espectador en un viaje de visuales caleidoscópicos. Inspirados en experiencias del director con drogas alucinógenas y peyote, Oscar es asesinado. Se escucha que el corazón del protagonista se detiene, su respiración y pensamientos; su alma confundida cree que todo esto es parte del viaje de DMT. No se da cuenta, que tal como lo dijo su mentor, está comenzando el último viaje de la vida: la muerte.

Su alma, como una energía que no se crea ni se destruye, comienza un viaje en una semi-inconsciencia. Siendo parte del universo, flota por los bardos del libro tibetano de los muertos en un peregrinaje natural para purificarse y trascender.

Oscar recorre un camino plagado de recuerdos, promesas y fragmentos de su entonces vida que lo han marcado. Es así como se dice que nosotros, los seres humanos, al morir vemos nuestros momentos más felices, en los cuales fuimos plenos, que ocurren usualmente durante la niñez, así como también los más dolorosos. Sólo así podemos comprender nuestra singular razón de existencia, en ese extraño equilibrio donde la plenitud y el sufrimiento forman parte de la misma balanza de la vida. Esos recuerdos se mezclan con escenas de lo que sucede en el mundo de los vivos, con los que se quedan, mientras su alma está en el recorrido de los 49 días que ésta pasa en purificación antes de reencarnar.


“Básicamente, cuando mueres, tu espíritu deja tu cuerpo, de hecho primero tu puedes ver tu vida entera, como reflejada en un espejo mágico. Entonces comienzas a flotar como un fantasma, puedes ver todo pasar a tu alrededor, puedes escuchar todo pero no te puedes comunicar. Entonces tú ves luces, luces de todos los colores, esas luces son puertas para entrar a otros planos de existencia, pero a la mayoría de las personas les gusta este mundo demasiado, ellos no se pueden ir, entonces todo se convierte en un mal viaje, y la única forma de salir es reencarnando”. Gaspar Noé.

La sensación de profundidad, de soledad y de perspectiva ajena y distante es sólo lograda por el enfoque de los hechos desde un punto de vista omnisciente, en donde se puede estar en todas partes, en donde no existe el tiempo y puedes conservarte en una mínima expresión de lo que fuiste.

Al final una promesa como un apego, hace regresar a Oscar con su hermana, a la cual le prometió nunca separarse; incluso ser inmortal ante la muerte, las cosas siempre regresan aunque no de la forma que uno espera. Ahora, él cómo su hijo regresa a reencarnar.

Mientras el individuo está en el vientre de la madre, es como si éste viese un filme de cómo será la vida que le espera. Al morir, en esta representación, se despierta para nacer en esta vida, de ahí las sensaciones de dèjá vu, porque se vuelve a caminar la vida ya caminada, venir a representar el guión ya estudiado. El director ha dicho que ha dejado abierta esta incógnita sobre si renace en la hermana o sí solo; era el momento de la concepción de la madre, en donde vio venir la vida, como el sueño de un feto. Gaspar no cree en la reencarnación, quizás por ello los niños nazcan llorando. Morir, para comenzar la vida, cuando hay una que acabas de dejar.


Así concluye el filme, muestra la delgada línea entre el sueño y la realidad. Presenciamos las contadas veces sobre el mundo de los muertos; la ideología budista en un delgado hilo de plata con la New Age en donde el DMT es el responsable en los síntomas de la iluminación en una alma agonizante. El responsable de crear los sueños, de trascender nuestra alma como una entidad onírica del cosmos.

Isaías Delgado
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