domingo, enero 04, 2015

Una breve historia de viajes de ácido involuntarios

1. El caso de la carne de Walmart

En marzo de 2014, se cree que Ronnie Morales y su novia Jessica Rosado compraron carne en un Walmart de Tampa, Florida, sin saber que contenía LSD y la comieron junto con sus dos hijos. El viaje familiar subsecuente se convirtió en ​noticia nacional. Toda la familia terminó en el hospital y Rosado, que tenía nueve meses de embarazo, dio a luz. Ocho meses después del incidente, aún no se sabe de dónde salió el ácido. La policía de Tampa ​dio a conocer que, después de revisar toda la cadena de suministros desde el matadero hasta el supermercado, la investigación no ha dado resultados.

El caso de la carne de Walmart que contenía LSD es confuso porque el ácido no ​soporta el calor, entonces es muy probable que se destruyera al momento de cocinar la carne. Es más probable que la droga estuviera en el agua o en alguna especie y no en la carne.

En todas las décadas de historia de incidentes con LSD, nunca, nada ha quedado claro. A veces los motivos quedan ocultos y la culpa se distribuye de forma incorrecta durante la brecha espacio-temporal entre el gotero y la boca.


2. El programa de control mental MK Ultra de la CIA - 1953

Después de la muerte del ex agente de la CIA, Sidney Gottleib, en 1999, el proyecto conocido como MK Ultra dejó de considerarse una ​teoría conspiratoria puesto que era demasiado inverosímil y psicópata para ser verdad. Al final no resultó ser más que otro triste capítulo en el gran libro de estupideces cometidas por el Gobierno estadounidense. Básicamente, la CIA se dio cuenta de que el ácido alteraba la percepción y el conocimiento, y solo se les ocurrió que podían utilizar este poder para el control mental y los interrogatorios. Lo que resultó en experimentos horribles en los que drogaron con ácido a un gran número de personas —como los clientes de las prostitutas de San Francisco, los enfermos mentales y ​todo un pueblo francés— contra su voluntad y prácticamente ninguno se divirtió.

Quizá el caso más conocido de los experimentos con ácido que realizó la CIA fue la historia de ​Frank Olson, un científico militar. Una noche, uno de sus colegas le dio una copa de Cointreau y Frank se lo tomó asumiendo que era una copa normal de licor de naranja, si es que eso existe. Según la leyenda, en su viaje creyó que podía volar y se mató tras saltar de una ventana.

Aunque existen otros factores que indican que las drogas no lo mataron, Olson tenía muchos problemas, quería renunciar a su empleo y acababa de participar en un experimento violento en un interrogatorio donde le rompieron el cráneo con la culata de un arma. El LSD solo fue otro factor de estrés para él en ese mes. Además, el salto ocurrió nueve días después de su viaje con ácido.



3. El dentista que les dio a los Beatles café con LSD – 1965

En 1965, ocurrió un incidente que involucraba a los Beatles, a su dentista y un poco de café, pero no se sabe qué ocurrió en realidad. Los dos Beatles que ya fallecieron fueron los únicos en dar explicaciones pero sus relatos son contradictorios. En resumen, un dentista llamado John Riley sirvió café con LSD a John Lennon, George Harrison y a sus esposas sin haberles dicho lo que contenía. La mejor parte de la versión de Harrison es cuando dice que el dentista tenía ​intenciones perversas:

"Estoy seguro de que el dentista creía que era afrodisíaco. Recuerdo que su novia tenía pechos enormes y supongo que creyó que todo iba terminar en una gran orgía y que iba a poder follárselos a todos"

El resto de la historia es muy normal: pensaron que un ascensor se estaba incendiando, la esposa de Harrison trató de romper una ventana y después condujeron muy lento en un Mini Cooper (nunca conduzcan en ácido).


3. ​El jugo de ácido lisérgico de Ken Kesey – 1968


Ken Kesey fue una de las celebridades más importantes que contribuyó a erradicar la idea de que el LSD era un químico aterrador y a convertir el ácido en un elemento contracultural. Tom Wolfe documentó este proceso en su famoso libro sobre el LSD publicado en 1968:

"La nueva moda de niños dementes y rock delirante en Los Ángeles y San Francisco hizo parecer que el temible LSD se había propagado entre la juventud como una infección, algo que, de hecho, era cierto. Muy pocos se dieron cuenta de que todo había surgido de una fuente: Kesey y su grupo de amigos conocido como "Merry Pranksters" ("Alegres bromistas")"

Ken Kesey es nuestro héroe en la actualidad, pero si se vuelve a leer el libro y se analiza lo que estaban haciendo Kesey y los Alegres Bromistas en esa época, en realidad no era nada grandioso. No le decían a las personas que les estaban dando ácido, ni siquiera les explicaban lo que era, y en esa época la gente aún no sabía qué era el LSD. Cuando alguien iba al autobús mágico, lo único que hacían era darle ​Kool-Aid y decirle que se lo tomara.

Los que se espantaban no pasaban la prueba. Si ese era el caso, los Bromistas les ponían un micrófono para que se escuchara su terror a través del parlante. Algunos Bromistas empezaron a tener dudas sobre lo que estaban haciendo. Tal vez porque lo que hacían suena muy cruel.


4. La época del terror en la escuela – 1970 a 1998

En las décadas de los setenta y los ochenta, surgió un gran número de mitos urbanos que no solo hablaban sobre lo mortal que era el LSD sino que había pervertidos que querían dárselo a los niños. El LSD es caro (una dosis cuesta entre 20 mil y 30 mil pesos, a menos de que te estafen en un festival musical), por lo que regalarlo no tiene sentido. En la década de los setenta, la gente empezó a distribuir folletos en los que prevenían a los padres sobre los "​tatuajes de estrellas azules", que se supone eran tatuajes que se pegaban con baba y que contenían LSD para drogar a los niños, algo completamente absurdo. Además, ¿para qué hacer que los niños hagan cosas raras? De todos modos los niños siempre hacen cosas raras.

En la década de los noventa, el LSD volvió a ser popular y esta vez sí hubo algunos casos de LSD en las escuelas. Sin embargo, la mayoría de las víctimas fueron maestros, no estudiantes. En 1996, a una profesora de inglés en bachillerato, llamada Linda Woodard, en Florida ​le mezclaron LSD en su refresco, pero alguien le avisó cuando apenas le había dado un sorbo. Dijo haber sentido náuseas y sentirse desorientada pero no alucinó y presentó cargos contra los chicos.

También hubo otro caso en 1997 en San Diego. Esta vez, un alumno de 13 años mezcló LSD en el té helado de un maestro como venganza por una mala calificación, según el ​artículo publicado en el periódico Los Angeles Times.

En 1998, CNN reportó que muchos niños de primaria fueron hospitalizados después por haber consumido LSD gracias ​a una botella adulterada de Ice Drops (un producto para refrescar el aliento).

Durante el renacimiento del ácido en la década de los noventa, mezclar LSD con esta clase de productos era una forma muy común en que los dealers preparaban el ácido para su consumo. Es probable que el incidente haya sido un error y no un vil intento de drogar a los niños.


Mientras sigan existiendo goteros, bromistas y LSD, las personas van a seguir tomando LSD sin querer. Esa es la cruel realidad. Tomar LSD puede ser divertido e incluso puede ser una experiencia trascendente. Sin embargo, cuando empiezas a alucinar sin haber tomado una droga voluntariamente, es lógico que creas que algo anda mal. Además de ser un desperdicio de ácido.

Mike Pearl
Fuente: Vice
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